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terça-feira, 11 de setembro de 2007

Lula... o eterno mitômano!




Sair do pessimismo.

de Daniel Innerarity, professor titular de Filosofia da Universidade de Zaragoza - 07/09/2007

Resumo: [para ler o artigo original em espanhol, clique AQUI]

Acho que boa parte do que se passa com a esquerda em muitos países do mundo é que ela se limita a ser a antidireita, algo que não tem nada a ver com uma verdadeira alternativa, apesar das aparências. Já se disse que a esquerda quer não tanto despertar a esperança coletiva, mas sim inquietar o eleitorado para ganhar a preferência que, resignadamente, nos faz decidir pelo mal menor. Ou de modo sintético: atualmente, a direita é otimista e a esquerda, pessimista.

O que ocorre é que as emoções e as idéias estão mais estreitamente relacionadas do que podemos supor. Se examinarmos as coisas desta forma, percebemos o deslocamento ideológico que está acontecendo.

Tradicionalmente, a diferença entre progressista e conservador correspondia ao pessimismo e ao otimismo. Mas, em grande medida, isto não é mais assim. O estado de espírito geral da direita, que tem o seu maior expoente em Sarkozy, é justamente o contrário da resignação: decidida e atuante, sem complexos, confiante no futuro e com uma firme resolução de não deixar para ninguém o poder de comando da vanguarda.

Esta disposição é o que está trazendo dificuldades para uma esquerda que, muito embora tenha boas razões para se opor, não as tem no momento de propor algo melhor. Abraça-se a causa dos excluídos ou se converte em advogada do pluralismo, não o faz para construir a partir de tudo isso uma concepção alternativa do poder. A esquerda é, fundamentalmente, melancólica e reparadora. O socialismo é entendido atualmente como reparação das desigualdades da sociedade liberal.

A mentalidade reparadora configura-se às custas do pensamento inovador e antecipado. Desta forma, não se oferece ao cidadão uma interpretação coerente do mundo que nos espera, visto apenas como algo ameaçador. Mobilizar os bons sentimentos e evocar continuamente a ética não é suficiente; faz falta entender as mudanças sociais e saber de que modo podem ser conquistados, nas novas circunstâncias, os valores que o identificam a alguém.

A primeira dificuldade da esquerda para configurar-se como alternativa esperançosa provém desta espécie de "heroísmo diante do mercado", que impede a compreensão de sua verdadeira natureza. Para uma boa parte da esquerda, raciocinar economicamente é conspirar socialmente. Ela pensa que o social não pode ser preservado mais do que contra o econômico. A denúncia ritual da mercantilização do mundo e do neoliberalismo provém de uma tradição intelectual que contrapõe o social ao econômico, que tende a privilegiar o determinismo e as construções diante das oportunidades oferecidas pela mudança social.

Em vez de proclamar que "outro mundo é possível", é melhor imaginar outras formas de conceber e atuar neste mundo. A idéia de que não se pode fazer nada diante da globalização é uma desculpa da inapetência política. O que não se pode fazer é agir como antes. A esquerda não se livrará deste pessimismo que a atormenta enquanto não se esforçar para aproveitar as possibilidades geradas pela globalização e orientar as mudanças sociais num sentido mais justo e igualitário. Um projeto político deve encarnar uma esperança, racional e inteligente, ou não será mais do que a inércia necessária para continuar a manter-se sofrivelmente.

segunda-feira, 10 de setembro de 2007

Peteísta é mesmo sem vergonha!

Não tem palavra e hoje sabemos que não tem ideologia.


El nuevo discurso de Emir Sader
por Hugo Scotte


Vejam como é a reputação lá fora do nosso “filósofo” de araque, sr. Emir Sader. Vale a pena ler o artigo, começando por algumas pérolas desse sujeito. Este artigo foi publicado em fevereiro de 2006 no La Jornada do México e fazia parte da minha coleção sobre as opiniões desse grupelho de bandidos chamado PT.
Emir Sader, en Jornal do Brasil, diciembre de 2003:
En 2004, definitivamente triunfará la esperanza o el miedo. Habrá triunfado el miedo: Si Lula continúa pidiendo para ser juzgado al final de su mandato.(…)

Si el equipo económico continúa siendo el sector más importante del gobierno. Si continúa la opción de recortar recursos para las políticas sociales.(…)

Si Lula y otros miembros del gobierno siguen sin decir que el mayor enemigo del país es el capital especulativo y continúan, al contrario, agradando a esos capitales para que vengan y se queden, en las condiciones que ellos quieran. Si se continúa exhibiendo el superávit de exportación como el gran ejemplo de pujanza de la economía brasileña, mientras se sigue mostrando el superávit fiscal como prueba de seriedad del gobierno.(…)

Si Heloísa Helena hubiera sido expulsada del PT, señalando el fin del carácter democrático y pluralista de ese partido.(…)

Si la reforma agraria no hubiera dejado de ser una promesa. Si Brasil continúa gastando más dinero en el pago de los intereses de la deuda que con la salud y la educación.(...)


Parece que el Emir Sader de 2003 no es el mismo de 2005. Sus ideas se modificaron profundamente a partir del momento en que el Partido Socialismo y Libertad conquistó su legalización y destacadas personalidades y militantes petistas, entre ellas Plínio de Arruda Sampaio, rompieron con el PT y se integraron al P-Sol.

Desde entonces, el profesor Sader escribió varios artículos donde ataca duramente al P-Sol. Su principal argumento es que el partido hace el juego de la derecha. Para demostrar que esa afirmación es correcta, realiza una retorcida transformación de la realidad – que nada tiene que ver con el método de quien se reivindica marxista – para afirmar categóricamente que existe hoy en Brasil una confrontación entre la derecha y la izquierda, lo que significa un enfrentamiento entre la derecha y el gobierno de Lula.

En el artículo publicado con el título de Entradas, salidas y banderas en el sitio de la Agência Carta Maior (ver texto completo) afirma que muchos de los militantes que salen del PT y se integran al P-Sol no diferencian los gobiernos de Lula y Fernando Enrique Cardoso y plantean una “opción reduccionista de la polarización (determinada por Sader) entre gobierno y oposición y no entre izquierda y derecha”.

Según el profesor, “La coyuntura actual está caracterizada por la ofensiva de la derecha contra el gobierno de Lula y contra el PT, a partir de los graves errores cometidos por la dirección anterior del partido y por el propio gobierno”.

La realidad no es así. Si alguna cosa caracteriza esta coyuntura es la increíble traición del Gobierno de Lula y de la Cúpula del PT a las aspiraciones populares y a los compromisos históricos asumidos por el partido.

La quiebra política y moral del Partido de los Trabajadores no fue provocada por una ofensiva de la derecha, sino por el abandono de los principios políticos y morales, por su opción descarada por el neoliberalismo y por la corrupción.

Chico de Oliveira, en una conferencia en Rio de Janeiro, el 5 de diciembre, ha definido muy bien la esencia del gobierno: “El gobierno de Lula es un gobierno de derecha”.

Pero el profesor Sader habla de “errores”, en política se cometen errores - eso no es ningún crimen, aunque los errores a veces cuesten muy caros -, pero no existen “errores éticos”, no existe una ética relativa, sujeta a errores o aciertos.

Si hoy la derecha está a la ofensiva y pretende desangrar hasta la última gota al Gobierno de Lula, no es por causa de la “explotación” de esos supuestos errores por parte de las CPIs (Comisiones Parlamentarias de Investigación).

El origen de esa situación es el esquema de corrupción que, como un cáncer, se diseminó por el gobierno y el partido del gobierno, contaminando la estructura nacional de cuadros y manchando la última bandera que el PT todavía podía enarbolar: la de la ética en la política. Salió a la superficie, de manera escandalosa, la chocante realidad de las campañas electorales del partido y de su propia estructura, sustentadas por capitales fantasmas, ligados a negocios con el Estado y tal vez por otros capitales de origen más que dudoso.

La derecha no ataca al gobierno y al PT por causa de su política económica y social. Ocurre exactamente lo contrario. Eso explica que el PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) y el PFL (Partido del Frente Liberal), no exijan la renuncia o el impeachment del presidente, ni la salida del ministro de Economía, ni siquiera del ministro de la Reforma Agraria. El gobierno de Lula no representa un peligro para la oligarquía brasileña, el sistema financiero internacional, ni el imperialismo. Los tucanes (integrantes del PSDB) y pefelistas (miembros del PFL) arremeten contra Lula para debilitarlo políticamente, para evitar su reelección y porque quieren retornar al gobierno y retomar las riendas del poder.

La polarización real

¿Cuál es la polarización o la contradicción real en el país? Un marxista mínimamente serio la definiría a partir de los antagonismos de clases enfrentadas. La situación actual se presenta como un enfrentamiento entre la burguesía y su gobierno - el Gobierno de Lula - por un lado y los trabajadores y el pueblo por el otro. El gobierno dirige una política económica neoliberal contra los trabajadores, los campesinos y el pueblo explotado. Pero de esta situación también se desprenden resistencias y ofensivas populares, como los 100 días de huelga de los profesores universitarios o la revuelta de la población y los jóvenes de Recife contra el aumento de los pasajes de transporte urbano. En el terreno político el nacimiento, la consolidación y el crecimiento del P-Sol forman parte de este proceso.

La política internacional de Lula

El malabarismo de Sader continúa cuando se refiere a la política internacional: “hay políticas que no se encuadran en la lógica neoliberal, aunque minoritarias, porque la política externa brasileña - aunque con problemas, como Haití – (el resaltado es nuestro) se constituye en una fuerza importante en la lucha por un mundo multipolar (de ahí el odio que suscita en la gran prensa y en la derecha en general).

Es lamentable que un intelectual como Sader, reconocido por su lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo, afirme que la política brasileña en Haití es “un problema” De esa manera oculta la cruda verdad: en Haití el Gobierno de Lula tiene las manos sucias de sangre del pueblo más pobre del continente. La represión al pueblo haitiano sirve de moneda para intentar comprar el tan deseado escaño en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (sin derecho a veto, por supuesto).

La intervención militar en Haití muestra descaradamente ni más, ni menos, que Brasil forma parte del dispositivo de dominación política montado por el imperialismo de los Estados Unidos. No es casual que tanto la Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, como el propio presidente Bush, hayan ratificado que Lula es su mejor aliado en un continente donde hay crecientes enfrentamientos con la política imperialista de la Casa Blanca.

La política de Lula no tiene nada que ver con la política de Hugo Chávez. Sader pretende mostrar al P-Sol como alejado de Chávez y de la revolución venezolana. No hay nada más falso y equivocado. El P-Sol defiende la política de integración continental del ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas) y el gobierno de Lula se niega a apoyar esta iniciativa independiente y soberana.

Los ataques al P-Sol

Llegamos al anatema clásico lanzado por el inquisidor Sader: el nuevo partido tendría un discurso de ultra izquierda y una política de derecha: “votos y alianzas tácticas con la derecha por parte del P-Sol contra el gobierno - posiciones clásicas de ultra izquierda”.

Aquí comienza a aparecer más claramente el verdadero sentido del nuevo discurso de Sader.

Después de atacar el “fracaso” de la “operación de la candidatura de Plínio de Arruda Sampaio de agrupar para una ruptura en masa del PT”. El profeta Sader augura que los “compañeros valiosos” – que salieron del PT – “van a enfrentar un marco político e ideológico mucho más distante de lo que tenían en la relación con tendencias del PT como la Articulación de Izquierda y Democracia Socialista”.

Sader manda un claro mensaje para aquellos petistas que entraron y continúan entrando en el nuevo partido. No deben aceptar esa dirección, es necesario domesticar al P-Sol. Es preciso mantener la “unidad de izquierda” y para eso existen límites establecidos por el propio Sader: el P-Sol sólo puede existir como satélite del PT, sólo puede ser una especie de nuevo PCdoB (Partido Comunista do Brasil). Eso es lo que Sader quiere, un nuevo partido de izquierda domesticado, que no ataque al PT y que inclusive lo vote en las elecciones.

Pero para eso es necesario descalificarlo, acusando al P-Sol de “institucional” y “electoralista” (el PT puede participar de las elecciones, el P-Sol no debería). Pero no nos dejemos engañar por la retórica del profesor Sader y vayamos a la cuestión de fondo: lo que verdaderamente está en juego es el tema del segundo turno en las elecciones. Para mantener la unidad de la izquierda y enfrentar a la derecha, los militantes del P-Sol deberían apoyar a los candidatos del PT en la segunda vuelta, para tener la conciencia tranquila, para sentir la íntima satisfacción de que enfrentaron a la derecha, defendiendo un gobierno que no es de izquierda pero es atacado por esa derecha… y para merecer la aprobación de los nuevos profetas del New PT, que permiten geberosamente la existencia de una izquierda domesticada e impotente.

El P-Sol quiere la reunificación de la izquierda verdaderamente consecuente. Reconoce que hay muchos militantes valiosos en el PT. Pero para ser realmente de izquierda, para ser realmente consecuente, es necesario enfrentar a ese gobierno. La izquierda socialista no puede tener nada en común con un partido que mantiene, reproduce y profundiza el neoliberalismo.

Pero Sader sigue insistiendo: “el PT continúa siendo el mejor espacio para esa acumulación, la fuerza más importante de la izquierda - de su capacidad de contribuir para levantar esas banderas depende inclusive el futuro de otros sectores de izquierda, que dependen de un PT y de una izquierda fuertes y firmes en la lucha antineoliberal, por lo que deben colaborar y no actuar en contra. Porque lo que queda no son las entradas y salidas - son las banderas”. Una afirmación totalmente fuera de la realidad.

El PT de hoy es incapaz de llevar adelante el combate contra el neoliberalismo, porque el Gobierno de Lula - el actual, el único que existe, - aplica en todos los frentes, la política neoliberal.

La izquierda, el pueblo, el P-Sol, no deben colaborar con ese partido que sostiene a un gobierno neoliberal y que intenta reelegir a Luiz Inácio Lula da Silva como Presidente de la República.

El pueblo brasileño tiene derecho a buscar otros caminos, de participar de otras experiencias, de votar en otros candidatos que enfrenten de verdad al neoliberalismo. Ese pueblo que supo combatir la dictadura y construir instrumentos de organización independientes, de clase, tendrá en el P-Sol una referencia y un espacio de participación política. En el 2006, la candidatura de Heloísa Helena se presenta como la verdadera opción de izquierda y antineoliberal. El Partido Socialismo y Libertad está siendo construido como una herramienta de lucha contra el neoliberalismo, pero también por el socialismo y la libertad.

No pierda su tiempo, profesor Sader, el P-Sol no es una especie de parásito que se alimenta del PT. Tal vez sea mejor dejar la arrogancia de lado e intentar entender - y aceptar - la realidad.

En una cosa estamos de acuerdo: “lo que queda no son las entradas y salidas – son las banderas”. Sólo que el partido que usted defiende quedó con las banderas enlodadas, olvidadas. El P-Sol las enarbola y se organiza alrededor de ellas: independencia de clase, antiimperialismo, solidaridad, socialismo y libertad. Son esas las banderas que la verdadera izquierda empuña y ellas flamean agitadas por el viento de la Historia.

Como o Lula é notícia lá fora – 5

El mejor amigo de Bush
Pedro Fuentes



Contrastando con la “acogida” que tuvo en Argentina, Bush salvó las apariencias de su incursión en el continente con el encuentro con Lula. Los sectores de la izquierda que continúan defendiendo que la política internacional de Lula es progresista, deben reflexionar sobre las opiniones del presidente estadounidense sobre el presidente de Brasil. La confianza depositada por Bush en Lula es tan grande como el odio que tiene por Chávez. No se trata de una cuestión de afectos personales.

Bush demuestra su aprecio a quien envió tropas a Haití, a quien – junto con el club de “Amigos de Venezuela” y la OEA – intentó colocar a Chávez en una situación delicada. Lula, el mismo que criticó a Kitchner por la renegociación de una parte de la deuda externa y que mantiene el récord mundial del pago de intereses de la deuda externa: 299 mil de millones de reais, 130 mil de millones de dólares, pagos desde enero de 2003 hasta setiembre de 2005.

Bush cuenta con el gobierno de Lula como el más apto para intentar controlar la tempestad desencadenada en el continente. Existe una profunda lógica en esta conducta. Lula representa fielmente los intereses de la burguesía brasileña que tiene relaciones estructurales e históricas con la estadounidense.

Desde la segunda mitad del siglo XX y especialmente durante la dictadura militar, los Estados Unidos se apoyaron en Brasil para amortiguar la situación creada en el continente después de la revolución cubana. Desde entonces, el imperialismo yanquee aceptó que la burguesía aplicara en la región una política con elementos de “subimperialismo” en relación a otros países latinoamericanos.

Por eso, está totalmente fuera de la realidad la idea de que Lula tenga una posición en el campo antiimperialista de Chávez, que aplica una política con fuertes elementos progresistas ante el imperialismo.

“Hugo Chávez estuvo a punto de hacer naufragar la Cumbre de Brasilia, celebrada el 30 de setiembre, para poner en marcha la CSN (Comunidad Sudamericana de Naciones) al negarse a firmar la declaración protocolar. Chávez criticó la estructura institucional por repetir las fórmulas fracasadas del MERCOSUR y de la Comunidad Andina de Naciones y sostuvo en el estilo directo y franco que lo caracteriza, que por ese camino la integración regional sería solamente “en el año 2200”. (Argenpress)

La burguesía brasileña es hábil al utilizar el contexto político latinoamericano para favorecer sus intereses y fortalecerse como exportadora en el mercado mundial. Brasil, junto al grupo de los 20 – de los cuales son pocos los países latinoamericanos – está consiguiendo la anulación de los subsidios agrícolas de Europa y de los Estados Unidos.

Pero esta política está bien lejos de los programas de integración latinoamericana en el terreno político y comercial. La abolición de los subsidios no es una política para integrar Latinoamérica y enfrentar al imperialismo, ella defiende el agronegocio, las grandes empresas de la soja y las agroindustrias, muchas integradas visceralmente a las multinacionales imperialistas – por otro lado – enfrenta a los campesinos europeos, que con su movilización defienden esos subsidios.

La crisis del MERCOSUR es otro ejemplo de las diferencias entre la política del gobierno venezolano y las de los gobiernos de Brasil y Argentina. El MERCOSUR vive en crisis desde su inicio. Los enfrentamientos entre la burguesía brasileña y argentina fueron permanentes en relación a los impuestos sobre calzados, arroz, electrodomésticos, etc.

Esas dificultades demuestran la incapacidad de las burguesías nativas de establecer un acuerdo de intercambio que funcione, a causa de sus propios intereses, pero también por la dependencia del imperialismo. En este contexto, es imposible llegar a relaciones comerciales aceptables, ellas no pueden ser igualitarias, en la medida en que todo intercambio es visado por el lucro capitalista.


Esta notícia não saiu aqui. 

Reparem como o Lula é tratado. 


Este é mais outro exemplo de que o que aqui se comenta sobre o prestígio do Lula lá fora, é totalmente falso. 


Lá fora, especialmente na América Latina, o Lula não passa de um capacho dos interesses americanos. Tem fama de ser um vendido e, claro, um sujeito sem caráter que prometeu muito e não cumpriu nada. 


É lamentável que aqui sejamos também enganados no que diz respeito à tão decantada fama de estadista do Lula que a imprensa brasileira nos empurra olhos a dentro. 


E o Lula ainda fala mal do jornalismo brasileiro. Pura tática para boi dormir. Dá nojo ser brasileiro!!!

Como o Lula é notícia lá fora - 3

Brasil como problema

Raúl Zibechi

En los últimos días dos prestigiosos economistas de izquierda coincidieron en apuntar hacia el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva como responsable por el retraso de la puesta en marcha del Banco del Sur. Con ello desnudaron que detrás de las declaraciones en favor de la integración regional, juegan un papel relevante los intereses vinculados con las multinacionales que están bloqueando las mejores intenciones encabezadas por Venezuela y Ecuador, secundadas por la mayor parte de los países sudamericanos.

El peruano Oscar Ugarteche, en un artículo titulado “Brasil versus Banco del Sur”, fue muy explícito al señalar que lo único que falta es voluntad política ya que los problemas técnicos están resueltos y el banco cuenta ya con estatuto: “La mayor resistencia del gobierno brasileño a la arquitectura regional es que quisiera que el Banco del Sur financie la IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana)”. El gobierno de Lula ha colocado en el centro de su política regional este conjunto de obras que buscan fomentar el comercio biocénico (Pacífico-Atlántico), para poner los recursos naturales de modo más barato y rápido en los mercados del primer mundo.

En realidad Brasil no necesita un banco regional que se desempeñe como entidad de desarrollo ya que posee su propio banco, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que cuenta con mayores recursos para invertir en la región que el BID y el Banco Mundial. Por eso, como señala Ugarteche, puso “el taco en la tierra” para frenar el lanzamiento del Banco del Sur que se iba a producir en julio en Venezuela. La conclusión, según el economista, es que “oponerse a la arquitectura financiera sudamericana es hacerle un servicio al status quo, al Tesoro estadunidense y a las instituciones financieras de Washington, debilitadas y desprestigiadas”.

El belga Eric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, aseguró en entrevista que “Brasil no apoya la iniciativa del Banco del Sur porque no lo necesita para sus proyectos de potencia económica”. Sin embargo, el gobierno de Lula participa formalmente en la iniciativa “ya que si este banco se concretiza, Brasil no puede estar ausente porque podría perder una parte del peso dominante que tiene”. Mientras los gobiernos de Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales quieren acelerar la puesta en marcha del Banco del Sur, “Brasil trata de reducir la velocidad”, concluye Toussaint.

El tema no es menor y no depende de voluntades personales sino de estrategias de larga duración. Brasil quiere ser la potencia global de Sudamérica, y para ello necesita alzarse con la hegemonía regional. La IIRSA es una de las herramientas, ya que el principal beneficiado en la región será la burguesía paulista, por vía doble: se asegura la rápida circulación de mercancías hacia el norte y el grueso de las empresas constructoras de estas gigantescas obras de infraestructura serán brasileñas. Pero la IIRSA no es una creación de Lula, sino del anterior gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Lula se limita a continuarla y profundizarla.

Es necesario, entonces, comprender la estrategia de Brasil. En un reciente libro Samuel Pinheiro Guimaraes (Desafios brasileiros na era dos gigantes, Contraponto, 2006), el número dos de la diplomacia de Itamaraty explica los objetivos a largo plazo de su país: “El ascenso brasileño a la condición de gran potencia no debe ser considerado una utopía, sino un objetivo nacional necesario. Su no realización correspondería al fracaso en enfrentar los desafíos que tiene por delante y, por tanto, aceleraría el ingreso en un periodo de gran inestabilidad (y eventuales conflictos internos)”. Uno de los principales “desafíos” se relaciona con la distribución de la riqueza, ya que Brasil es considerado el “campeón mundial de la desigualdad”. Agrega que Sudamérica “es la región clave y base para la estrategia mundial de Brasil”.

La claridad del diplomático permite comprender el tipo de integración que busca Brasil. La burguesía brasileña opera de la misma forma como lo hacía la europea en los albores del imperialismo: para no verse forzada a una distribución de la riqueza necesitó expandirse hacia las regiones más pobres en las que podía obtener ganancias suplementarias. ¿No es eso lo que están haciendo las elites brasileñas, cuyas empresas dominan ya porciones importantes de las fuerzas productivas y de los recursos naturales de Bolivia, Uruguay, Paraguay, Ecuador y Argentina?

Es cierto, como apunta Ugarteche, que la oportunidad es ahora que el gobierno de George W. Bush está debilitado y no puede oponerse a una integración sudamericana autónoma al área del dólar. No sería la primera vez que una nación de este continente le hace el juego a la superpotencia. Pero sería la primera ocasión en que un gobierno que se proclama de “izquierda” contribuye a reforzar los lazos de dependencia. Por eso el debate abierto resulta prioritario. Los gobernantes de la región, por elementales razones diplomáticas, no pueden apuntar con el dedo a gobernantes de otros países. Pero los demás no podemos ni debemos disimular la existencia de dos caminos opuestos y contradictorios.

Ciertamente la situación en Brasil es muy difícil, sobre todo para los movimientos que son la única izquierda realmente existente. La opción por el etanol realizada por Lula al recibir a Bush en marzo pasado, equivale a darle vía libre a las multinacionales para avanzar sobre la Amazonia y la agricultura familiar. Por eso llama la atención que intelectuales europeos como Toni Negri, en gira por varios países de la región, sostenga la peregrina tesis de que todos los gobiernos progresistas apuntan en la misma dirección ya que fortalecen el multilateralismo. Eso es cierto, pero supone una mirada eurocéntrica. En estos momentos, en este continente, el verdadero multilateralismo pasa por impulsar una integración capaz de desafiar la hegemonía estadunidense, no de reforzarla.
Este tipo de notícia não é publicado aqui. 


Vale a pena ler como somos vistos lá fora e como a imprensa brasileira, estrábica, venal e conspurcada só ataca o que lhe interessa. 


Que ataque o Lula, aplaudo de pé, pois esse sujeito é um escárnio para todos nós que ainda acreditamos num Brasil viável. 


Contudo, deveria, a meu ver, dar publicação, TAMBÉM, a este tipo de opinião. Entretanto, o que noto, isso sim, são determinados artigos de jornalistas brasileiros que plagiam textos como este acima, como se deles fossem. 


Porquê o fazem? 


Ora, assim, eu também posso ser jornalista...

Como o Lula é notícia lá fora – 4

O Artigo abaixo, publicado no jornal Mexicano ‘La Jornada’ é assinado por um Brasileiro que aqui dentro fala e escreve o contrário. Vale a pena ler e depois vomitar. 

El enigma Lula
01-09-2007


Por Emir Sader - profesor de la Universidade de São Paulo (USP) y de la Universidade do Estado do Río de Janeiro (UERJ)

La extensa entrevista concedida por el presidente brasileño Lula al periódico O Estado de Sao Paulo, el domingo 26 de agosto, presenta, en toda su dimensión, el enigma, la contradicción viva que representan él y su gobierno. Cualquiera puede aislar una u otra respuesta para intentar confirmar sus posiciones –sea de adhesión total al gobierno, sea de crítica radical, por la izquierda o por la derecha. Pero nadie puede, considerando la totalidad de la entrevista de cinco páginas, dejar de ver que se busca un arreglo de cuentas de un gobierno que recibe, a la vez, la más dura oposición de la gran prensa brasileña, la simpatía de la gran mayoría de las capas pobres, la crítica de parte importante de la izquierda y el apoyo del gran empresariado.

A Lula le gusta utilizar la expresión del cantante brasileño Raul Seixas, “metamorfosis ambulante”, para intentar definirse, para decir que así habría logrado rehuir de las tentaciones que él llama “principismo”, como referencia a lo que serían, a su juicio, posiciones dogmáticas. Esto puede servir para captar las trasformaciones ideológicas y políticas desde que irrumpió en la vida política brasileña como líder sindical de oposición a la dictadura militar, hace ya 30 años. Sin embargo, lo que hace es parecer que Lula simplemente se adaptó a las condiciones concretas para ejercer el poder para todos los brasileños, a la vez puede ser leído como una auténtica conversión ideológica a las condiciones funcionales de reproducción del capitalismo brasileño.

La primera impresión de esto es el reforzamiento del carácter monopolista y antidemocrático de la prensa brasileña. Aunque obtuvo el apoyo mayoritario del pueblo, según los resultados electorales de hace nueve meses que lo llevaron a ser relegido, y que las encuestas de opinión confirman el enorme apoyo que recibe –aun con nuevas crisis, explotadas ampliamente por la prensa–, en particular de los más pobres, la gran mayoría de la población. Sin embargo, el punto de vista del gobierno no está presente cotidianamente en la gran prensa, monolítica en su férrea oposición, que excluye totalmente ópticas plurales.

Lula no esconde que lo que considera el éxito más grande de su gobierno sería exactamente aquello por lo que es más criticado por la izquierda: la política económica. Pero inmediatamente agrega las prioridades de su política exterior: alianzas en América Latina y con el sur del mundo. Cuando le preguntan en qué medida esa política es mérito suyo o si la ha recibido de su antecesor (Fernando Henrique Cardoso), lo cuestiona, diciendo que de haber sostenido la política heredada el país habría quebrado.

En su visión, esa conducción económica es la condición para el gran éxito de sus políticas sociales. Parte indispensable de su programa de gobierno se finca en la Carta a los brasileños, gracias a la cual se garantiza mantener los compromisos heredados –sobre todo con el capital financiero, que había desarrollado un fuerte ataque especulativo frente a la posibilidad de victoria de Lula en 2002–, que le permitió superar el apoyo de 35 por ciento –piso histórico de sus candidaturas previas a la presidencia– hacia los 61 por ciento que finalmente alcanzó. Trata así de justificar los sacrificios que impuso, en el primer año de gobierno, cuando aumentó el superávit primario por encima de lo que demandó el FMI.

Sobre los conflictos recientes de la política exterior brasileña, Lula intenta disminuir su dimensión, confirmando el interés de Brasil en construir el gasoducto sudamericano y afirmando que todavía se está discutiendo la naturaleza del Banco del Sur. Reitera la disposición de Brasil de ser más generoso con los países menos desarrollados de la región (Bolivia, Paraguay y Uruguay).

Confiesa que tiene fundamento la preocupación por la disputa entre el etanol y la producción de alimentos. “En un país como México, el alza del precio del maíz, por ejemplo, genera un problema grave porque el pueblo come mucha tortilla”, dice, para concluir que “la política de combustibles no puede entrar en conflicto con la política de alimentos”. Subestimando los conflictos que la prensa exhibe con Hugo Chávez, explica que Venezuela está comprando tres barcos de etanol de Brasil.

Sin embargo, Lula no menciona el carácter de las nuevas relaciones con Estados Unidos a partir de las visitas mutuas con Bush, así como tampoco aborda otros temas por los que es criticado duramente desde sectores más de izquierda en Brasil, como los transgénicos, la no apertura de los archivos de la dictadura, la persecución a radios comunitarias, el lento avance de la reforma agraria, así como, especialmente, la independencia de hecho del Banco Central y la libre circulación de los capitales en la esfera financiera.

O nosso “filósofo” Emir Sader, aquele que escreve textos em português cheios de erros e defende o sapão e o PT a ferro e fogo, quando escreve em espanhol, [se é que o texto foi escrito por ele], muda o tom. 


O artigo acima apareceu-me, de repente, num dos jornais mexicanos que assino. Não é meu costume publicar ou ler textos desse intelectual de araque. Entretanto, o título chamou a minha atenção. 

Fiquei surpreso com o conteúdo.

É interessante notar que Emir Sader não nega a sua nacionalidade. 


Nem poderia. 

A hipocrisia está no sangue. 

Como bom brasileiro e peteísta, ele também tem duas caras, duas opiniões e dois tipos de textos distintos; um cheio de erros que defende o sapão e outro, em outro idioma, sem erros, que o ataca. 

Quem o leu em 2003 e o lê agora, fora do Brasil, é claro, é possível identificar mais outro malabarismo deste ilustre professor que já foi condenado a prisão por mentir, insultar e acusar sem provas, as quais só existiam na sua mente transloucada. 

É o fim da picada! 

Eu realmente tenho vergonha de ser brasileiro.


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